Existen enfermedades que durante siglos han fascinado y desconcertado a los seres humanos.

Una de ellas es la epilepsia, que en la antigüedad llamaban la enfermedad sagrada.

Para muchos aquellas convulsiones no eran un problema del cuerpo, sino una señal del más allá, una bendición de los dioses o un castigo.

Algo similar ocurrió también con la fiebre y con la lepra, pero uno de los casos más curiosos es el del síndrome de Tourette, un trastorno caracterizado por tics de movimiento o de palabras.

En registros medievales se dice que esos tics eran prueba de estar poseído o incluso de tener pactos con el demonio.

Ha pasado mucho tiempo y muchos estudios se han realizado desde entonces, y aunque hoy sabemos que este síndrome se debe a anormalidades en algunas partes del cerebro, aún existen varios misterios sobre el Tourette que llevamos años tratando de descifrar.

Yo comencé a sentir como que el cuerpo me lo apretaban, como si tuviera un cinturón, un chaleco de esos de locos.

La cabeza a fuerza.

Yo decía, esta sensación es rarísima, esta sensación es rarísima.

Enrique Esteban es gerente creativo de la Casa Editorial del Tiempo y hace parte del pequeño porcentaje de personas en el mundo que tienen síndrome de Tourette.

Y

era como apretado, como apretado.

Y lo único que me liberó de ese apretube fue un grito.

Y a partir de ese grito empezó el síndrome.

Yo podría describirlo así.

Y ya.

Y se fue.

Y arrancó y empezaron los tics.

Entre los misterios están las causas de este síndrome.

Las posibilidades son tan amplias que, en buena parte de los casos, los médicos se enfocan más en el tratamiento y en la evolución del paciente que en saber qué fue lo que lo produjo.

Y ocurre lo mismo con los tics.

Hay algunos casi imperceptibles, otros que resultan incómodos, como quienes no pueden dejar de mostrar el dedo del medio de su mano una y otra vez, o dice groserías, o el que grita, o hace ruidos que no puede controlar.

Son controlables hasta cierto punto.

Por ejemplo, cuando yo juego a golf, yo ya aprendí a quedarme callado, a aguantarme mientras el otro paca.

Sí, porque yo me detengo el juego.

Pero ya después, son cuatro o cinco segundos y si hay tics, hay que sacarlos.

Pero entre todas las particularidades y rarezas del síndrome de Tourette, el caso de Enrique es especial.

Lo mío realmente es una cosa muy excepcional, está documentada, pero es muy excepcional, porque yo a los 52 años, o sea, hace ocho años, yo recibo el diagnóstico de síndrome

Se calcula que apenas el 0,01% de los adultos son diagnosticados con Tourette y hay un factor que lo vuelve todavía más complejo, el impacto en la salud mental.

Tú decides que es preferible habitar ahí.

en la comodidad, entre comillas, de un sofá, después de bañarte, muerto del sueño con los medicamentos, y te quedas ahí, no quieres hacer absolutamente nada.

Y tú dices, bueno,¿ qué hago aquí?¿ Qué carajo estoy haciendo acá?

Esa es la calidad de pensamientos que yo tuve que manejar en esa primera crisis de depresión.

Enrique Esteban cuenta en este episodio cómo es su vida con Tourette siendo adulto, los retos más grandes que ha encontrado durante estos años y por qué está empeñado en encontrar otras personas como él.

Soy María Elvira Arango y esto es Qué Locura, un podcast sobre salud mental para hablar de lo que no se habla.

Este es un lugar seguro.

Después de ese primer grito que liberó la tensión que Enrique sentía en el cuerpo, vinieron muchos más.

Eran tics muy fuertes que además de causarle dolor, también le producían mucha vergüenza.

Las primeras crisis fueron hartísimas, las primeras crisis fueron hartísimas porque pues a mí me daba mucha pena.

Y de verdad, o sea, eran unos movimientos muy bruscos, era demasiado evidente.

Y entonces yo en las primeras crisis me escondí mucho.

Salir al supermercado o caminar por un centro comercial se volvió un reto gigante para Enrique, porque sus tics más constantes son los gritos.

En alguna ocasión incluso asustó a un niño mientras estaba haciendo mercado.

Pero fue muy chistoso porque yo venía por la góndola, así crucé y el chino venía por acá y el susto mío saltó unos tics terribles.

Claro, el chino salió corriendo.

Yo me acerqué al niño para calmarlo y la mamá salía corriendo a coger

el

niño pensando que yo le iba a hacer algo al niño.

Y entonces después, no corriendo, sino como llamando a la señora.

Señora, perdóname, yo le explico.

Era muy difícil para él explicarle a cada persona que se asustaba o que lo miraba sorprendida lo que en realidad estaba ocurriendo.

Y en el trabajo, aunque tenía mucha confianza con sus compañeros, era inevitable sentir algo de pena.

Enrique trató de aliviarlo con algunos medicamentos, pero las contraindicaciones fueron aún más fuertes que los tics.

Yo tomé una que...

que se llama tetravenacina.

Es una droga muy fuerte, de mucho éxito en Estados Unidos y en fin.

Pero imagínate que yo me la tomé como siete meses y caí en una depresión profunda.

Fue una época desastrosa.

No me daba la cabeza.

La depresión lo tumbó durante más de un año.

En esos meses cambió el medicamento e intentó enfocarse en su trabajo, pero nada parecía sacarlo de ese hueco, lo que lo llevó a pensar en quitarse la vida.

Y

la única forma en que me sacaron de la depresión fue con 14 sesiones de TECAR.

Es lo que se conoce como electroshocks.

Te ponen un relajante muscular muy fuerte, un relajante muscular, te duermen con anestesia general.

Entonces, cuando la electricidad entra en la cabeza, es lo único que entras en la cabeza, porque el cuerpo está tan gelatinoso que no hay resistencia a la electricidad.

Y fue impresionante, María.

Impresionante es...

Fue como resetear el cerebro.

Esas primeras crisis que trajo el Tourette fueron pasando después de los electroshocks.

Los tics se fueron de la misma forma en que llegaron y Enrique llegó a pensar que había ocurrido un milagro.

Yo llevaba 7, 8 meses sin tics y yo creo que ya.

Y yo honestamente, yo pensé que ya no iban a volver los tics.

Pero no, regresaron.

La decepción fue muy grande cuando después de algunos meses volvió a sentir su cuerpo apretujado y las ganas de gritar para liberarlo.

Pero lejos de desesperarse, Enrique comenzó a investigar por su cuenta el síndrome.

Una de las primeras cosas que leyó es que el Tourette aparece principalmente entre los 12 y los 13 años.

Enrique no recordaba haber tenido tics en esa etapa de su vida.

Pero,¿ y si el síndrome había estado siempre ahí, sin dar ninguna señal de vida?

Yo consumí marihuana desde los 17 como hasta los 37.

Y yo fui muy marihuanero.

Y resulta...

que en pruebas iniciales que empezaron ya hace bastantes años, sí hay como una cierta mejora de los tics con el consumo de marihuana.

No es que tú vayas donde el neurólogo y te diga, no, listo, sí, mira, fúmate tres porros al día y ya, y con eso te vas a mejorar porque no funciona así.

Pero sí hay unas pruebas experimentales importantes que han dado resultados muy importantes.

Es difícil de comprobar si las sustancias mantuvieron dormido el síndrome durante décadas, pero lo que sí es un hecho es que no es lo mismo tener esos tics en la juventud que ya siendo una persona adulta.

Es tal lo que tú llegas a sentir del juicio social que hasta llegas a creer que tus tics son mentira, que ellos tienen razón.

Y sí, marica, sí, yo estoy, yo estoy haciendo, yo estoy

incomodando

yo estoy haciendo un show, yo aquí estoy queriendo llamar la atención.

Y todas esas son negociaciones que se resuelven en terapia.

Ir a terapia se volvió tan importante para Enrique como ir a la cita con el neurólogo.

Esas negociaciones que él menciona empezaron con lo más urgente, desescalar las ideas suicidas y tratar de llevar una vida con el síndrome de una forma distinta.

Yo no quiero renunciar a la vida, yo quiero renunciar a mi vida.

al que yo vivo.

No la vida, la vida es una putería.

La que yo vivo, la que yo transito, la que yo ejerzo, sí, por decirlo de alguna manera, esa no, esa no.

O sea, yo no quiero eso.¿ Tú cómo negocias?¿ Cómo negocias una, digamos, una estancia emocional tan compleja?

Porque hay unos polos a tierra que nos permiten que esas personas o esos amores o esos sentimientos o esos vínculos sean diques que no permiten que ese río salte y ya se perdió todo, ¿no?

Entonces, como yo tengo mis diques clarísimos que son mis mujeres, yo dije, yo no puedo hacer esto.

Yo no les puedo hacer esto.

O sea, por más elegantemente que lo haga, como es tomarse unas pastillas en orden de amanecer muerto, pues como harto, ¿no?

Más adelante vino la tarea de tratar de entender sus tics.

El neurólogo y el escritor Oliver Sacks dice que estos son como jeroglíficos, residuos del pasado tan variados que cuesta mucho trabajo decodificarlos.

Sobre esto hablamos con el doctor Oscar Bernal Pacheco, médico neurólogo que ha llevado el caso de Enrique.

El Tourette, nosotros lo llamamos, es un espectro.

No digamos que es una enfermedad, es un conjunto de signos, síntomas, que tienen muchas variabilidades en su presentación.

Como lo mencionamos al principio del episodio, hay varias referencias en libros medievales de casos que se reseñaron como posesiones, pero que vistos bajo la luz de la ciencia moderna, pudieron ser síndrome de Tourette.

Ese es el caso de un sacerdote en Europa que no podía dejar de decir groserías y blasfemias en la iglesia, o el de una mujer que, justo al final de las misas, gritaba obscenidades al mismo tiempo que el cura daba la bendición.

Para los inquisidores, eso era evidencia de la mano del demonio.

Pero hoy sabemos que los nervios y la ansiedad son grandes disparadores de los tics.

Pueden ser movimientos con la nariz, como te digo, aspirar profundamente con los dedos, pueden ser con los dientes, etc.

Y pueden ser los sonidos tan complejos como decir palabras, repetir palabras, repetir groserías.

la de repetir lo que el otro está diciendo que se llama ecolalia, etc.

Entonces, eso es más o menos la parte de los tics vocales y motores.

Pueden haber muchísimas cosas metidas y eso es como una caja de Pandora porque te pueden salir con muchas sorpresas

Una de las grandes preocupaciones de Enrique era que, en el esfuerzo constante por esconder sus tics, había empezado a rendir menos en su trabajo.

Las ideas no fluían de la misma forma y la concentración se le escapaba muy rápido.

Además, algunos de sus tics le estaban causando mucho dolor en el cuello y en la columna.

Yo

tenía la cirugía cervical cuando me empezaron los tics.

Y el neurólogo le dijo, no, usted con esos tics se va a tirar el cuello, hermano.

Entonces ahí fue donde comenzaron a medicarme.

Y sí, claro, dependiendo, si hay días más que son más fuertes, hay más fuertes que otros.

Pero más allá de esa dimensión del dolor físico, hay otro dolor profundo que sufren muchas personas con Tourette, el matoneo.

Los tics los aíslan un poco, a veces le hacen bullying, lo cual no debería pasar, más bien deberían ser comprendidos.

Los tics están relacionados con la ansiedad.

Entre más ansiedad tiene el paciente, más tics puede desarrollar.

Y aunque ese no era el caso de Enrique, sí existía el riesgo de aislarse por el miedo al juicio de los demás.

La solución, por fortuna, terminó siendo más simple de lo que imaginaba.

Dejar de pelear con los tics.

Darle rienda suelta a los gritos, chasqueos y gestos sin pensar en cómo lo veían los demás.

a mí me preguntó mi jefe...

en esta nueva crisis...¿ qué quiere hacer?...

déjeme gritar...

ya déjeme gritar...

déjame tener mis tics tranquilo...

y ya...

y a mí me interesa...

el aspecto creativo del Tourette...

porque es que eso es lo que yo soy...

yo soy un director creativo...

yo he vivido eso toda la vida...

Como es un tipo inteligente, logró darle la vuelta a su realidad.

Lejos de ser solo un obstáculo, Enrique empezó a notar que sus tics también podían tener un lado creativo.

Cuando dejaba salir esa energía que se desbordaba en cada uno de sus tics, habría espacio para que las ideas volvieran a fluir.

Como si la intensidad que lo interrumpía se transformara en un motor para pensar distinto, para crear desde otro lugar.

No es que cuando no tenga tics no sea productivo, sino que de alguna manera, no sé, es como que te la pones más difícil y tú el reto lo aceptas.

O sea, no, hay que correr los 1500 metros, sí, pero échese un morralito de tics.

Lo que para otros era un ruido incómodo, para él podía convertirse en una chispa, un recordatorio de que la creatividad también surge de lo inesperado, de lo que a otros se les escapa.

Pero cuando empezaba a acostumbrarse a esa nueva forma de vivir con el síndrome, ha tenido que aprender a vivir ahora con otro problemita.

El Tourette tiene una condición adicional, un altísimo porcentaje de pacientes de Tourette hay.

Tenemos trastorno obsesivo compulsivo.

Mi talk básicamente está lleno de pensamientos intrusivos.

Si con algo he tenido que lidiar en mi vida es con los pensamientos intrusivos.

Y eso qué significa?

Eso significa que yo a usted la he desnudado y violado siete veces durante esta reunión.

Dios.

Y a ti también.

Y he visto explotar la cabina.

Y han pasado serpientes.

Aunque lo han acompañado desde muy temprano en su vida, los pensamientos intrusivos se intensificaron con el Tourette, hasta el punto de que lo diagnosticaron con un TOC, un trastorno obsesivo compulsivo.

Mis pensamientos intrusivos comenzaron en misa cuando vi a la Virgen completamente en pelota.

Y yo, ¡ay, hijo de puta!¡ No puede ser!¡ No puede ser!¿ Cómo me estoy imaginando a la Virgen en bola?

¡Ya!¡ El infierno!¿

Por qué?

Por qué me

está pasando esto?

El TOC es un peso extra para quienes tienen Tourette, porque no solo lidian con los tics, sino también con la ansiedad que generan esas obsesiones y la necesidad de repetir ciertos rituales para calmarlas.

Aquí, de nuevo, el Dr.

Bernal.

Pero adicionalmente el paciente con tics o con Tourette tiene también un fondo de depresión, va a tener ansiedad, puede tener problemas de sueño, puede tener impulsividad, puede tener hiperactividad con déficit de atención, puede tener trastorno obsesivo compulsivo.

En más del 75% de los casos tiene por lo menos uno o más síntomas psiquiátricos, digámoslo así, donde el paciente requiere ayuda en ese sentido.

Lo que explica el doctor es clave para entender que los tics, como le ocurre a Esteban, no solo vienen del Tourette, sino que algunos surgen directamente del TOC.

Hay una categoría de pensamientos que son violentos y de contenido sexual, que son tan violentos que disparan tics.

Entonces hay tics del Tourette y hay tics del TOC, dependiendo de lo que pase, dependiendo de cómo amanezcas y cómo amanezca mi cabeza.

Entonces, por eso cuando te explicaba que yo necesito tiempo libre en el día para administrar mi cerebro, es verdad.

O sea, necesito tener las tareas específicas.

O sea, yo necesito a las 8 y media de la mañana saber las cuatro cosas principales que tengo que hacer en el día.

Y el compromiso con mi equipo es, no me pueden dejar colgado en cosas que yo no puedo dejar de hacer.

Por favor, ayúdeme a estar concentrado en las cosas del día, porque yo tengo que manejar mi cabeza.

Es como si la mente no diera respiro.

Por un lado, los movimientos y sonidos involuntarios.

Y por el otro, la sensación de que algo terrible va a pasar si no se repite una acción o un pensamiento.

Esa combinación puede hacer que la vida cotidiana se vuelva, claro, agotadora.

Es casi como una adicción a eso, ¿sabes?

Como no a esos pensamientos, ni mucho menos, sino al contrario, como a estar como en un high, en un rol creativo permanente.

Yo no me dejo ganar de estos pensamientos.

Yo tengo cosas que hacer, tengo cosas que escribir, tengo avisos que diseñar, tengo 40 marcas de una compañía que confían en mi criterio.

O sea, ahí es donde yo tengo que estar metido y no pensando si voy a...

implosionar el tiempo.

Entonces, claro, me ocupo mentalmente para que mi mente esté ocupada y procurar que no tenga espacio para que lleguen esos pensamientos.

Entonces ahí estoy haciendo un ejercicio maravilloso,

me

parece a mí, y es que finalmente describo en un escrito los pensamientos intrusivos, los más como que me mortifican o que me impactan o que me impactaron.

Entonces los estoy narrando para explicarlos, para sobre todo podérselos comentar a una nueva psiquiatra que estoy viendo, la deja muy chévere.

y poder plasmar el contenido del pensamiento ha sido maravilloso, sobre todo porque son historias completas que a veces se interrumpen por la misma violencia del pensamiento, se interrumpen por un tic, pero tú alcanzas a tener una secuencia, te imaginas una escena completa y no pasaron dos segundos.

A lo largo de estos años, Enrique nunca ha dejado de investigar las particularidades del Tourette y de buscar otras formas de entenderlo.

Eso implica, entre otras cosas, probar enfoques de terapia diferentes a los tradicionales.

Yo sentía en mi cantidad de terapias que era como un circuloquio, ¿no?

No importa el terapeuta que se me sentara enfrente.

Era un circuloquio.

Yo hablaba solo y hablaba de lo mismo Y no pasaba nada.

Yo dije, no, yo necesito conversaciones profundas.

Conversaciones profundas y ni siquiera conversaciones psiquiátricas profundas, sino conversaciones del alma profundas.

Y ahí es donde yo me refugio en la poesía, me refugio en la lectura, me refugio en la escritura.

Existe una relación muy estrecha entre el Tourette y el arte.

La música, el dibujo y en el caso de Enrique, que es muy talentoso, la escritura y funcionan como un refugio que permiten darle sentido a todo lo que les pasa.

Un ejemplo muy conocido es el de la cantante norteamericana Billie Eilish, quien convive con el síndrome desde los 11 años y ha encontrado en la música y en las artes plásticas una forma de canalizar sus tics y de transformarlos en creatividad.

Esos cortocircuitos terminan disparando como otras habilidades porque finalmente tú te tienes que adaptar a entrar y salir de la realidad.

Te lo explico.

de alguna manera un tic, tú sales microsegundos de la realidad y vuelves.

Pero en Colombia no todas las personas tienen acceso a talleres de arte, a terapias adecuadas y en muchos casos ni siquiera a un diagnóstico oportuno.

Esa falta de recursos hace que lo que podría convertirse en una herramienta de expresión y de alivio se quede fuera del alcance de la mayoría.

A

mí no me ha faltado absolutamente nada, absolutamente nada.

Y con vergüenza reconozco que he vivido en una burbuja toda mi vida.

O sea, la gente sí sufre, marica.

Hay un problema importante y es que el turista ha subdiagnosticado en estratos medios bajos.

Porque pues, si no tiene tics,¿ qué hace quieto, huevón?

Sí, le pega el cocotazo y váyase para el cuarto.

La ruta de atención en Colombia es lo que tiene el ministerio.

O sea...

El neurólogo, ni siquiera el neurólogo, el pediatra.

Algo podrá saber, algo podrá intuir y la remisión a un neurólogo pediatra en el sistema público...

Ya, te perdiste.

Se fue.

Empujado por esa realidad, Enrique emprendió la búsqueda de más personas con Tourette en Colombia, en especial los adultos, para hablar sobre lo que sienten, lo que les preocupa, lo que pueden hacer, en fin, todo lo que rodea a su mundo.

Por eso, escribió un artículo muy conmovedor en el diario El Tiempo, donde cuenta parte de su historia y les hace la invitación a contactarlo.

Ese señor que tiene tics soy yo.

Tengo 60 años y me diagnosticaron a los 52 un extraño caso de síndrome de Tourette.

Tengo poca fe en la humanidad.

Se me volvió otro tic.

Pero estoy seguro de que alguien se va a comunicar y va a querer hablar del visitante que nos habita.

Hablemos y si alguien me sigue la corriente, busquemos a padres de familia de niños con Tourette y ofrezcamos algo de nuestro tiempo para que ellos nos vean como señores y señoras grandes con tics e interactuar con ellos, acompañarlos a sus eventos escolares y familiares importantes, que se sientan protegidos, que vean que es posible ser grande con Tourette.

En parte escribirá columnas para que la propia gente del periódico mire esto que ve mientras va a fumar o está almorzando y oye el grito en la ascensión.

Eso yo.

Y pasa por esto.

Entonces, esto que estoy viendo lo estoy viendo completamente diferente.

Yo quiero trabajar con lo que hay y con lo que pueda encontrar y con lo que conozca.

Entonces, a mí me ha parecido muy, muy interesante la posibilidad sobre todo de que un niño que tiene ese complejo, que está llevando eso, que está siendo buleado, que se siente inseguro, que se siente avergonzado, que no siente buena relación con sus amigos, llega el padrino, padrino grande, señor, y se lo lleva a comer a McDonald's, y lo hace pedir los pedidos, y lo parquea en la mitad del parqueadero para tener tics juntos, y vamos para acá a gritar, para poder ir haciendo un trabajo de, hermano, no importa, marica.

Si necesitas sacarlos, sácalos.

Como dice Enrique, más allá de que los tics se les peguen o que los miren raro, encontrarse les va a dar la posibilidad de compartir las notas íntimas de su síndrome, es decir, las perspectivas, las mañas y sobre todo las experiencias.

A propósito del artículo, a mí me escribió ya un señor de 64 años que quiere hablar conmigo.

Además va a ser muy chistoso porque si el señor tiene tics activos y yo también,

Cómo

será?

Nos contagiamos los tics, los turéticos.

¿Ah, sí?

Sí.

Eso se pega?

Claro.¿ Es

contagioso?

Claro, tus tics me los aprendo yo y los míos te los aprendes tú y los comienzas a hacer tú.

A mí me pasó una vez, yo llegué a cita con el doctor Bernal a control y había un chino como 16, 17 años y al chino se le saltó un tic y a mí se me saltó otro y a él se le saltó otro y te veamos cagados de la risa.

¡Quieto,

quieto!¡ Que calles!

Enrique dice con mucha sinceridad que quiere trabajar solo un par de años más.

Ha sido tan agotador lidiar con el Tourette, con el TOC y con la depresión, que incluso decidió atravesar sin medicamentos las últimas crisis de tics que se presentaron.

En mi espectro mental me siento mejor, en mi espectro físico me siento agotado.

Será el final de mi carrera como creativo publicitario.

O sea, yo no quiero ser más director creativo municipal.

Sigo casi 35, 38 años.

Lo he disfrutado inmensamente.

Lo he disfrutado inmensamente.

Y menos mal fui eso.

Yo con toda esta locura siendo banquero o arquitecto, ¿no?

O curador de museo.

O sea, un rollo.

Y eso también ha permitido, digamos que mi propia actividad profesional fue un caldo de cultivo perfecto para todo.

Por eso quiere aprovechar su talento creativo ayudando a otros con síndrome de Tourette.

A eso le llama ajustar lo más sensible de la cabeza desde el corazón.

Y en la práctica significa tender puentes de compañía y de apoyo para quienes todavía buscan su propio refugio.

Si de esto surge algo importante, ojalá surja, yo creo que sí.

Independiente de que yo esté en crisis o no esté en crisis, yo he padecido el Tourette, yo lo conozco y tengo mi propia teoría de que es posible gozarse mucho la vida.

Como él mismo dice, no busca fundar nada, ni apropiarse de las banderas de ninguna causa, no.

Solo acercarse a quienes padecen el síndrome.

Y cuando sienta que esa misión está cumplida, lo único que quiere es descansar.

Yo quiero aislarme, María.

Yo ya quiero terminar estos dos o tres años que me quedan y ya.

Quiero ir a construir a ese esquilé.

Quiero aislarme a escribir.

Quiero tener dos perros, un velero, cuatro vacas y mi esposa.

No más.

Yo creo que debe haber una forma tal vez en la reconciliación con la vida.

O sea,

si

tú puedes conciliar tu existencia con la realidad y con lo que tienes y pasarla bien, seguramente muchos problemas desaparecen.

Quienes quieran contactar a Enrique pueden escribirle a este correo, unticalaves arroba gmail punto com.¿ Cómo más va a ser esa dirección?

Este podcast es impulsado por PorqueQuieroEstarBien.com, el programa de salud mental de la Fundación Santo Domingo.

La producción es de Silvia Santamaría, la no ficción Boombox y Mía.

Este guión fue escrito por Juan Camilo Hernández Meléndez y editado por Miguel Reyes.

El diseño de sonido es de Pablo Restrepo.

La ilustración de la portada es de Isabela Soto Vallejo.

Gracias por apoyar este proyecto, también a TQ y su marca MK, Medicamentos Totalmente Confiables.

Recuerde que hablar nos hace bien.

Consulte e infórmese sobre salud mental en PorqueQuieroEstarBien.com, el programa que acompaña a miles de personas.