El fútbol tiene millones de fanáticos en todo el mundo y Colombia, en especial, es un país muy futbolero.

Pero pocos pueden decir que lo viven con tanta intensidad y fervor como Martín de Francisco.

Mira que yo, digamos, soy un obsesionado del fútbol.

Disfruto como todo lo...

Digamos, la estética de lo que es la cancha, los arcos, la red de los arcos.

Es una obsesión para mí.

Como el Valtra infla la red.

Entonces, si la red está floja y es profunda, para mí el gol se ve más bello.

Esas vainas así.

Para él, el fútbol es casi un bien espiritual como una religión y una pasión que desde niño lo ha unido a su papá.

No es casualidad que muchos de sus primeros recuerdos sean en la tribuna, viendo a su querido Deportivo Cali, el equipo que más alegrías y sobre todo más sufrimientos le ha dado en la vida.

Y si hay algo que lo emociona más que cualquier otro torneo, son los mundiales.

Martín suele decir, muy en serio, que prefiere quedarse en la casa durante el campeonato viendo cada partido desde el sofá, antes que viajar al país anfitrión y perderse alguna jugada.

A mí no me gusta mucho que cuando van a un restaurante o algo, y van a ver un partido o mucha gente viéndolo no me gusta a mí me fascina verlo solo o máximo dos personas con mi papá lo veo también pero no me gusta mucho

Pero el fútbol también ha sido para él una obsesión tan grande que hoy admite, con un poco de vergüenza, los problemas que le trajo.

Como aquella vez, en pleno Mundial de España 82, cuando se cayó la señal de televisión y terminó descargando toda su furia contra las paredes y lo que encontró a su paso en la casa de sus papás.

Y

por esos días...

Estaba ese Mundial y los partidos eran por la mañana, Mundial de España, y yo me hice echar del colegio porque no me podía perder los partidos.

Estaba en el colegio, yo sé que esto suena, pues, esto no es un chiste ni nada, no, pero es grave porque...

Pero sí pasó, o sea, yo necesito ver partidos, necesito ver los partidos.

Incluso en su primer matrimonio llegó a tener discusiones por el fútbol.

No soportaba estar un fin de semana haciendo compras o de paseo si se estaba perdiendo algún partido.

Y no hacía falta que fuera del Cali o de la Selección Colombia, no.

A Martín todos los partidos le gustan, desde los más modestos de la Liga Nacional hasta los de la Premier League de Inglaterra.

Me ha

gustado desde un tiempo para acá el Tottenham

que es

un equipo de Londres.

porque me recuerda al Cali.

Como que va a llegar, ya va a llegar y en la orilla se ahoga.

Entonces, como que se me parece un poquito...

Y no estamos descubriendo nada nuevo en esta relación tan particular de Martín de Francisco con el fútbol.

Quienes lo escuchamos en el programa radial que comparte con Hernán Peláez, sabemos que en un fin de semana, por ejemplo, puede ver sin ningún problema unos 30 partidos y todavía puede tener memoria para recitar de corrido las formaciones históricas de varios equipos.

Pero el fútbol es solo una de las obsesiones que ha tenido Martín a lo largo de su vida.

Durante años tuvo una manía, y bueno, fue mucho más que solo una manía, por el trago y por las drogas.

En parte por el ambiente de las rumbas ochenteras y noventeras, pero también para desprenderse de la timidez que desde niño lo ha acompañado.

Ahí lo que a uno le pasa es como...

Empieza a sentir que es más fácil integrarse al mundo, integrarse al mundo quiere decir relacionarse con más personas, no inhibirse tanto y ser más supuestamente uno mismo.

Y claro, de ese estado de plenitud donde abundaba la euforia y la fama, pasó muy rápidamente a las épocas más difíciles de su vida.

Me pasa que...

Ha habido cosas como de pensamiento catastrófico, por momentos, que era...

Esto es dramático.

Acá es cuando el entrevistado llora.

En este episodio hablamos con él sobre sus años de adicción al alcohol y a las drogas, las oportunidades que perdió y los sacrificios que tuvo que hacer para poder decir hoy con orgullo que vive sobrio y que uno de sus mayores placeres es despertarse un sábado por la mañana sin guayabo.

Soy María Elvira Arango y esto es Qué Locura, un podcast sobre salud mental para hablar de lo que no se habla.

Este es Un Lugar Seguro.

La inteligencia y el humor han sido, sin duda, las armas más poderosas de Martín de Francisco.

Y gracias sobre todo a su agudo sentido del humor, se hizo conocido en todo el país.

Son inolvidables los capítulos del siguiente programa, el show que hacía en los 90 junto a Santiago Moure, donde se reían de todo y de todos en Colombia.

Aquí

se raja de la

gente, pero se raja de frente.

A nosotros nos ven la jeta Pero el humor no solo ha sido su carta de presentación, sino una gran herramienta para atravesar y

para contar los

recuerdos más duros de su

vida.

Si yo hubiera estado cerca de mis papás durante toda la vida, hubiera tenido capacidad de tener presagios eufóricos, entusiastas, optimistas.

Pero digamos que sí vimos con unas personas que nos ayudaban a ir a crecer.¿ Qué pasa?

Que si nos decían cosas como si no hace esto, le va a pasar esto, como ese tipo de cosas.

Bueno, yo me orinaba en la cama y entonces como castigo, pues me hacía tomar orin.

¿Ya?

Sí.

Digamos que es una historia muy bonita.

Y yo, sí.

Traumas como ese son, según Martín, la raíz de muchos de sus miedos.

Aunque no culpa a sus papás, claro que no, porque sabe que tenían encima un montón de obligaciones y que hicieron lo que pudieron con las herramientas que tenían, sí está convencido de que esa distancia con ellos durante su infancia lo marcó para siempre.

Digamos que yo no sabía de dónde venía el pánico, un miedo irracional, porque tú sientes que cuando uno está creciendo, tiene una edad entre, digamos, de los cuatro a los diez años, uno empieza a identificar lo que le sucede con el ser, con lo que uno es.

Entonces, la manera de uno identificarse con el ser, uno dice, si yo no siento el miedo, es que yo no soy.

O sea, si yo no siento este pánico, yo no soy yo.¿ Me entiendes?

Porque uno empieza a identificar que lo que te está sucediendo eres tú o tiene que ver todo contigo.

Entonces ahí se genera lo irracional.

Y ese pánico no solo lo sentía Martín.

Sus hermanas, según nos contó, compartían también esos miedos y les tomó muchos años entenderlos.

Pero en ese momento era imposible para él separar su propia identidad, su propio ser, del miedo.

Era un estado constante de angustia que lo llevó a una crisis donde pensó que había perdido completamente la razón.

Cualquier cosa te podía afectar.

Por ejemplo, yo una época, yo tenía como 17 años, 18, y empecé a sentir que la sangre me corría al revés.

O sea, como que...

Como que el flujo sanguíneo va en una dirección correcta, ¿cierto?

Y la mía era incorrecta.

Eso era una locura y resultó ser como estrés, pero un cosquilleo, ese tipo de cosas.

El fútbol, de alguna manera, lograba devolverlo a la realidad.

Quizás por eso está en el lugar más alto de sus aficiones.

Pero había otras, como el dibujo, que también canalizaba su estado de angustia.

Dibujaba

caras como de ampones.

Me gustaban mucho...

Los

malandros.

Sí, atracadores y eso.

Me los imaginaba con nombres.

O sea, veía las fotos del judicial y dibujaban pones.

O fútbol en acción también lo hacía.

Y arcos con redes.

O sea, mi sueño es un día tener una finca con un arco y una red profunda y floja.

Y hacer tiros ahí.

Y contratar una persona.

Contratar una persona que me tape.

O sea, que tape ahí...

Aunque nada se comparaba con sentarse a ver un partido, a veces también se animaba a jugar fútbol con sus amigos.

Hacer deporte le hacía olvidar, aunque fuera por un ratico, el miedo.

Y también le ayudaba a lidiar con su timidez, porque, aunque parezca increíble, siempre se le ha hecho difícil acercarse a los demás.

Y en la adolescencia era todavía más complicado.

O sea, por ejemplo, si te

gustaba una mujer,¿ cómo voy a ser yo?

Y entonces empieza uno como, bueno, los amigos empiezan a tomar, entonces uno empieza a tomar y ve que ahí uno se desinhibe.

Entonces yo dejé de hacer deporte y eso, y ya le dan unas ganas como de socializar.

Y eso también tiene mucho que ver con, pues el hecho de sí sentir como un vacío para poder ser como parte del mundo.

Yo necesitaba tomar.

Según expertos, y lo confirman varios estudios, en Colombia la edad promedio para empezar a tomar alcohol es de 13 años.

Muchos niños lo hacen por presión de amigos, pero en la mayoría de los casos es porque en sus casas beber se ve como algo completamente natural.

Y mi casa era muy así, de fiestas, de mis papás.

Pues uno lo veía.

Cuando estaban en la casa y hacían fiestas, pues era así.

Y era muy, digamos, de música y tomaban.

Yo me despertaba de niño y estaban allá a las ocho de la mañana cantando, vainas así.

Entonces como que uno en ese entorno, pues hace también que uno se contagie un poco y vea que está bien hacerlo.

No se trata solo de recordar que en la adolescencia el cerebro todavía está en plena maduración y que el alcohol puede afectarlo, sino que también el consumo de esas bebidas está vinculado a más de 200 problemas de salud, desde enfermedades infecciosas y distintos tipos de cáncer hasta, por supuesto, trastornos mentales.

Y para Martín, el trago fue apenas la primera de varias sustancias a las que se enganchó.

Tenía amigos y eso, pero sí me costaba mucho al principio.

O cuando me tocó cambiar de colegio porque me echaban o algo, me costaba mucho adaptarme.

Una vez yo me adaptaba mucho jodiendo la vida, pero me costaba empezar.

Y luego empiezo a tomar para socializar.

Y la bebida espirituosa también es como...

Ahí lo que a uno le pasa es como...

Empieza a sentir que es más fácil integrarse al mundo, como que es como más, integrarse al mundo quiere decir relacionarse con más personas y sobre todo llegarle a una mujer que me guste, no sé qué, entonces era la única manera.

Y de ahí eso me empieza a coger mucha ventaja.

En esa época, finales de los años 70 y comienzos de los 80, la rumba en Cali ya era famosa.

Sonaba mucha salsa, claro, pero también el rock que tanto le gusta a Martín se abría espacio en toda la ciudad.

Y en ese ambiente fue inclinándose más por unas bebidas que por otras.

Por ejemplo, el aguardiente tan famoso en todo el país a él no le gustaba.

No me

gustaba mucho porque me ponía como muy bruto.

Muy embrutecido.

Y entonces empecé a tomar whisky y ese es el que más me gustaba, porque no me ponía tan exultante y eso, ¿ya?

O sea, como que me apaciguaba un poco.

Y después, pues, viene la droga y eso, que también fue un problema.

Probó la marihuana, la cocaína, el ácido y muchas otras drogas.

Pero el éxtasis se convirtió en su favorita.

O sea, cuando vino el éxtasis aquí a mediados de los 90, que esa fue la droga como que más me impactó.

Porque es una droga que en ese caso venían muy puras de Holanda y te abre como un chakra acá, como una cosa de sentir que tú eres, ahí sí, una parte...

del mundo, no es como que tú estás adherido al mundo, no, es como que tú sientes que eres la vida, ¿ya?

No sientes que estás viviendo una vida, sino que tú

eres la vida, eres la

vida.

Eso es lo que te imaginan, esa droga, que es lo ideal de vivir, es que es saber y ser consciente y sentir que uno no vive una vida, sino que uno es la vida misma, ¿ya?

Eso te integra con todo, entonces eso tenía esa droga.

Cuando el éxtasis circula y estalla dentro del cuerpo, se generan sensaciones intensas de bienestar y euforia, de conexión emocional con los demás y de aumento de energía.

Pero el problema es que ese subidón es temporal.

Los días siguientes suele venir el bajonazo.

Y mezclado con el alcohol y con otras drogas, todo se complica más.

No pasó mucho tiempo antes de que eso exactamente empezó a traerle problemas a Martín.

Desde lagunas en su memoria realmente preocupantes, hasta esa vez cuando su papá, harto de la situación, lo echó de la casa.

Me echó porque yo llegué y él estaba tratando de hacer un negocio con una gente, vender una tierra que él tenía.

Entonces yo llegué y me le tiré el negocio.

Porque empecé a joder, sí.

Llegué con Santiago Moura ese día.

Y...

Una joya, ¿vega?

Y entonces...

Entonces ahí mi papá me echó, me fui y yo trabajaba en la tele.

Y bueno, me fui y estuve trabajando en la tele un buen tiempo, que estuve en televisión, luego en la tele en radio, luego en el siguiente programa.

Desde 1993, Martín trabajó en La Tele, un programa de sátira, humor y entretenimiento que hacía con Santiago Moure.

Causó tanta controversia a su estilo que llegaron inclusive a expulsarlos de un concurso nacional de belleza.

Según él, asistieron al evento con la intención de burlarse del protocolo, lo que, claro, incomodó a toda la organización.

Es que todos nos tapamos con la misma cobija, hay que tener en cuenta, hay que tener en cuenta que hoy fuimos nosotros los expulsados, pero mañana quién sabe, ¿ah?

Mañana quién sabe.¡ Que viva, que viva la libertad de prensa, señores!

¡Sí, señores, que viva la libertad de prensa!¡ Que viva, que no la coarten, que no la mochen que no la

puten, que fluya!

En 1995 cancelaron el show y después de una breve incursión en radio con el mismo formato crearon el siguiente programa, una serie animada que parodiaba la realidad nacional de finales de los años 90.

Pero tal y como ocurrió con la tele, lo cancelaron en el 2000.

A Martín no le faltaron las ofertas, pero le costaba empezar nuevos proyectos porque el consumo lo tenía cada vez más enredado.

A mí me empezó a dar algo.

Y es que cuando no estaba tomando, no poder socializar ya se convirtió en algo imposible de dominar.

Entonces, por ejemplo, yo empecé a cogerle fobia a las reuniones creativas.

Como hemos dicho antes, detrás de las adicciones puede haber sentimientos de culpa, vergüenza, frustración o ira, que usualmente se incrementan por el consumo, pero también afectan gravemente las relaciones.

Y a mí había personas que yo no sé por qué me ponían eléctrico.

Como que yo solo podía estar con gente, o sea, de confianza para mí.

Empezaba como a desconfiar.

Y la creatividad supuesta que te da estar como en esa vida disipada, luego se empieza a venir en contra y como que tú, en ciertos ambientes, en ámbitos en los que tú no tienes confianza, hay como bloqueos.

Por una parte estaba su creciente cautela frente a los demás, pero también había una desconexión interna que entorpecía sus emociones, sus intuiciones y sus pensamientos.

Me acuerdo que me pasó una cosa con Pablo Lacerna.

Querían hacer un piloto como una especie de la luciérnaga en Caracol y él manejaba, estaba en el presidente de Caracol Televisión.

Y entonces empezaba cada uno en la mesa redonda como a decir lo que iba a hacer y cuando me iba a tocar el turno a mí, Yo dejé la reunión de un momento a otro y claro, la gente no solo me dice, este man es un atalbán, este man es un grosero y pues yo me fui cerrando puertas, me acuerdo.

Los ahorros de sus años trabajando en televisión se fueron volando entre rumba y rumba, y a pesar de que conseguía algunos trabajos en medios, casi siempre eran esporádicos.

Martín intentaba frenar por algunas semanas o meses su consumo, pero recaía con mucha facilidad, tanto que llegó a pensar que estaba condenado a una vida ligada al trago y a las drogas.

Sí, es como un diabético, o sea, tú no puedes hablar porque si yo me tomo un trago ahora, pues yo no puedo parar de aquí, o sea, yo tengo que seguir.

Es algo como si fuera hormonal, como si me entiendas, es una cosa como química, o sea, es algo que tú dices en la cabeza y dices yo puedo seguir y voy a seguir y debo seguir y no puedo parar y eso me ha pasado.

Para ese momento, los primeros años de los 2000, Martín creó uno de los programas más queridos de la televisión colombiana, El Profesor Superó, un show dedicado a educar de forma divertida sobre ortografía y gramática, otras de sus pasiones y sus obsesiones.

Gozaba del cariño de la gente, pero siempre estaba al límite con las sustancias.

Yo estaba casado y me desaparecí tres días y llegué y mi esposa me echó, por supuesto.¿ Qué historias más hermosas?

Cuando me echó, yo dije, bueno,¿ qué hago?

Hasta ahí, Martín había estado varias veces en consulta con psicólogos, pero fue una doctora en particular la que le puso un ultimátum.

yo lo que debía hacer era...

internarme yo llegué a esa clínica de rehabilitación...

y se trata es de que uno vea...

pues que...

más que una deficiencia o lo que sea...

simplemente es algo químico...

que tú no puedes hacer...

una persona que no puede comer azúcar o no...

es lo mismo...

entonces cuando uno ve apenas eso tan simple, tan sencillo...

pues uno dice...

esto tampoco es que tenga tanto que ver...

con el hecho de los traumas, porque Margarita estuvo en el mismo ambiente mío y Margarita jamás ha sido alcohólica, o sea, no le gusta estar tomando, no es capaz de tomarse más de dos, y ella estuvo en el mismo ambiente mío, o vivimos de niños lo mismo.

Entonces, cuando yo veo que esto no tiene que ver con trauma, que es algo más simple, yo empiezo a entender ahí que simplemente no debo hacerlo.

Una de las claves durante los meses que estuvo internado, dice Martín, fue aprender a reconocer todo lo que la adicción le había causado.

Y no solo en lo físico, sino también en cómo el alcohol y las drogas moldearon sus pensamientos y su forma de ver la vida durante todos esos años.

Hay

un punto en una clínica de rehabilitación que se llama Fondos.

Y se trata de tú lo que tienes, no quieres que sea consciente todo lo que has causado.

Entonces uno lo que hace es, cuando uno no quiere ser consciente, lo que ha causado es como una oscuridad que uno tiene.

Entonces se trata de tú ponerlo en palabras, en papel.

Yo escribí prácticamente un libro acerca de todo lo que causé y es como ponerle una luz, Y eso es lo que se llama la conciencia, o sea, ser consciente de lo que causaste, poner una luz a todo eso, poderlo ver de manera objetiva, verlo acá, afuera de ti, y cuando está afuera uno siente que ya no te pesa y no tienes la pulsión que al tenerlo escondido puede generar eso.

Y el punto más revelador para él, por más sencillo que parezca, fue entender que la raíz de las adicciones es biológico.

Sí, estaba en una deficiencia química de su cerebro.

Porque además si uno empieza a escudriñar en todo lo que a uno le ha pasado o que todo tiene unas causas por los traumas, tú llegas a un barril sin fondo.

Y a partir de ahí, pues ha sido mejor.

A veces parecía como la vida más aburrida porque yo cuando tenía esas fiestas, yo la pasé muy bien.

O sea, en el momento de la Roma era muy eufórico, muy jodón y muy...

Yo me sentía así como más creativo, pero luego pues uno sabe que todo eso es una mentira, una irrealidad, una ficción.

Y la vida empezó como así, empieza a ser como lenta.

Ese choque con la sobriedad después de tantos años de consumo es difícil para muchas personas con problemas de adicción.

Puede ser un reto enorme encontrar el sentido en las actividades más sencillas y a veces también llegan a encontrar la vida muy aburrida.

Pero quienes logran entender sus adicciones, como lo hizo Martín, viven una especie de renacimiento.

Y

luego ves que te puedes como...

disfrutar más las cosas como más simples y eso me empezó a pasar y ya hoy pues uno no va a decir de esto nunca más pero yo siento pues que es casi imposible que yo me tome un trago me daría pesar pues también pues simplemente devolverme y tener que volver a arrancar me daría mucha pereza

Lo que no se imaginaba es que, décadas más tarde, descubriría un lazo de sangre que surgió en esos años locos de trago, éxtasis y mucha rumba.

En su juventud, antes de casarse por primera vez, Martín tuvo una relación fugaz con una mujer y casi 30 años después se enteró de que había sido papá.

Un día, cualquiera comenzó a recibir por WhatsApp mensajes y fotos de un joven que, según le decían, era su hijo y se llamaba Pablo.

Me asusté muchísimo.

Entonces uno empieza como a tratar de no querer ver.

Y fue mientras estaba en una de sus presentaciones, no del stand-up comedy, sino de un sit-down tragedy, cuando se le acercó un hombre.

Martín lo reconoció de inmediato.

Eran muy parecidos.

El mismo de las fotos que había estado recibiendo.

Pablo fue a la obra y me dijo, no, mira, soy Pablo y no sé qué, pues

yo

necesito hablar con vos.

Y tú le dices, ah, sí, yo te he visto.

Y entonces...

Finalmente me dejó el teléfono, hablamos y él después vino e hicimos una prueba en un laboratorio en la 100.

Y resulté que sí.

Y sí se parece.

Durante mucho tiempo, Pablo había vivido con la sensación de no pertenecer a esa familia.

Su mamá nunca le dijo quién era su papá.

Entonces él tenía la duda, que él como que no sabía por qué pertenezco a este lugar si yo no soy de acá.

Y viendo unos comentarios del siguiente programa en YouTube, él vio que la mamá había escrito ahí.

Y él vio que era la mamá que había escrito en esos comentarios.

Y él dijo, esta es mi mamá.

La mamá decía que necesitaba hablar con alguien para contar esto.

No fue fácil asimilar que tenía un hijo, que era papá.

La noticia lo sacudió con mucha fuerza y aunque sabía que no había manera de conocer la existencia de Pablo antes, se sintió culpable.

Con el tiempo, sin embargo, se hicieron muy cercanos y esa relación entrañable terminó siendo clave para la vida de Martín y para que de paso consolidara su rehabilitación.

Y estos eventos hacen que te saquen un poco y tú mires y el objetivo, el foco ya no sea uno.

Eso te libera también mucho, en mi caso.

Y entonces me parece que cuando uno no se centra tanto en uno y más en otro o en otros, yo creo que uno puede fluir mejor porque no hay tanta ansiedad hacia ti.

Eso es importante para mí, para cierta liberación, para que se me quite tanta pendejada hacia el entorno.

Cada 2 de julio, Martín recuerda el día en el que se tomó su último trago.

Hoy dice con mucho orgullo, lleva 16 años sobrio, disfrutando de su familia, de sus hijos y claro, del fútbol.

No lo celebro, lo celebro con un cumis, con un mojicón.

No, no me acuerdo y sí me parece buenísimo celebrar eso.

Pues digamos pensar en como si fuera, lo celebro mentalmente.

Desde la pandemia, Martín hace una dupla sensacional con Hernán Peláez en la radio, hablando del fútbol colombiano e internacional.

Ese programa, junto a la tele letal, que regresó hace casi 10 años a la televisión, lo hace sentir vivo todos los días.

Sí, me divierto y pues Hernán, Hernán es una locura.

Y él habla como si estuviera en la sala de la casa.

Él es todo lo contrario a complicarse, él vuelve todo más...

Simple y lo vuelve muy agradable y él, no sé, nos entendemos muy bien.

Algo que me costó muchísimo, por ejemplo, fue hacer teatro, que empecé a hacer con Santiago.

Estuvimos 10 años trabajando en esa obra, estuvimos en muchas partes en Colombia y afuera.

Y ahora tengo mi obra que se llama Qué vergüenza con ustedes, en la que hablo como de esos fracasos que pasaron entre cuando me quedo sin trabajo en el siguiente programa y tratar de salir adelante y de fracasar.

Y nosotros nos burlábamos de los canales privados que estábamos en el siguiente programa, que eran canales públicos, y luego ir a los canales privados descaradamente a que te...

A que te tuviera, no, mira, tengo este proyecto y pues te decían, te llamamos y no pasó

También volvió a casarse y además de Pablo tiene otra hija, Antonia, de tres años.

Habla de ella con mucha ternura y con la preocupación típica de cualquier papá.

Martín no cambia por nada del mundo.

la tranquilidad que siente hoy.

Su gran amigo de toda la vida, Santiago Moure, dijo hace poco que una de las cosas más admirables de él es su enorme fortaleza, porque no es fácil haber tocado fondo tantas veces y aún así tener la entereza para levantarse.

Su mayor triunfo, sin duda, está en las cosas simples de la vida.

Sentarse a ver jugar al Deportivo Cali, estar con su esposa y con sus hijos, y estar sobrio para no perderse ni un minuto de esta vida.

Martín es un golazo.

Yo me veo mucho con mi familia, con mis papás, muy cercano.

Con mis hermanas cuando vienen.

No tengo así un grupo de amigos así grandes, no, no.

Soy como muy de estar con mi familia en la casa y lo que más me gusta es despertarme un sábado, por ejemplo, a las seis o siete, sin guayabo, sin culpa.

Es una locura.

Este podcast es impulsado por PorqueQuieroEstarBien.com, el programa de salud mental de la Fundación Santo Domingo.

La producción es de Silvia Santamaría, la no ficción Boombox y Mía.

Este guión fue escrito por Juan Camilo Hernández Meléndez y editado por Miguel Reyes.

El diseño de sonido es de Pablo Restrepo.

La ilustración de la portada es de Isabela Soto Vallejo.

Gracias por apoyar este proyecto, también a TQ y su marca MK, Medicamentos Totalmente Confiables.

Recuerde que hablar nos hace bien.

Consulte e infórmese sobre salud mental en PorqueQuieroEstarBien.com, el programa que acompaña a miles de personas.