Navigated to ¿Por qué tenemos cada vez menos acceso a la naturaleza? - Transcript

¿Por qué tenemos cada vez menos acceso a la naturaleza?

Episode Transcript

Speaker 2

Soy Roberto Pombo.

Bienvenidos a Mis Preguntas, un programa de Prisa Media patrocinado por CAFAM, aliado estratégico en el crecimiento de más de 40.000 empresas en Colombia.¿ Por qué tenemos cada vez menos acceso a la naturaleza?

Más de la mitad del PIB global depende de la naturaleza.

Sin embargo, un millón de especies animales y vegetales están amenazadas de extinción.¿ Qué son los servicios ecosistémicos?¿ Cómo vemos en el día a día la pérdida de la biodiversidad de los ecosistemas?

Para este capítulo hablamos con Mario Armando Higuera, director del Observatorio Astronómico Nacional.

con el exministro de Medio Ambiente, Carlos Correa, con Jaime Pumarejo, exdirector de Bread Cities, con Germán Andrade, investigador senior del Instituto Humboldt y con la doctora en Ciencias y Biología, Loreta Rosselli.

Soy Roberto Pombo y este es el capítulo 164 de Mis Preguntas.

Bienvenidos.¿ Qué tienen que ver los avisos luminosos en las ciudades con la muerte de millones de tortugas marinas?

Más de lo que cree.¿ Recuerda cuándo fue la última vez que vio las estrellas?

Hace mucho tiempo, bastaba alzar la mirada en una noche despejada para ver las estrellas.

Si uno todavía recordaba ciertas clases o información sobre la astronomía, podía identificar fácilmente y sin telescopio algunas constelaciones populares, como el Cinturón de Orión, la Osa Mayor o la Osa Menor.

Incluso, en ciertos momentos del año, era posible ver planetas como Venus o Marte.

A este último era especialmente fácil identificarlo por su luz roja, intensa.

Sin embargo, ver las estrellas y otros cuerpos celestes es cada vez más difícil.¿ Me creerías si le digo que quizás sus nietos no sepan lo que es ver las estrellas en el cielo?

El cielo que vemos hoy en día no es el mismo que vieron nuestros padres o abuelos, es otro, mucho más opaco.

Ver estrellas requiere mucho más hoy en día y hacerlo en ciudades como Bogotá o Medellín es casi imposible, todo por la contaminación lumínica.

Sí, porque la luz también contamina.

La contaminación lumínica es la luz artificial excesiva, mal dirigida o intrusiva.

Un exceso de contaminación lumínica tiene consecuencias.

Oscurece la luz de las estrellas en el cielo nocturno, interfiere con la investigación astronómica, altera los ecosistemas, tiene efectos adversos para la salud y desperdicia energía.

Esta situación ha aumentado con el tiempo.

Un estudio publicado en la revista Science sugiere que en los lugares en los que pueden verse 250 estrellas actualmente, en solamente 16 años, solo van a poder verse 100.

Si el incremento de la contaminación lumínica sigue, incluso el cinturón de Orión, la constelación más brillante y que más fácilmente puede verse, también va a dejar de ser visible.

Y aunque parezca un detalle meramente anecdótico, tiene muchas más consecuencias que simplemente no poder ver los cuerpos celestes.

En 2016, la UNESCO publicó el documento El Derecho a los Cielos Oscuros, una reflexión colectiva de científicos y educadores y autoridades sobre cómo la humanidad está perdiendo su derecho ancestral a contemplar el cielo estrellado debido a la contaminación lumínica.

pero además tiene impactos insospechados.

También afecta a los ecosistemas porque altera los ciclos biológicos de aves, insectos y tortugas.

Estudios demuestran, por ejemplo, que las aves migratorias dependen de la luz natural para guiarse y las interrupciones pueden provocar colisiones y una navegación incorrecta en sus viajes de larga distancia.

que las tortugas marinas confunden la luz artificial con la luz de la luna y se alejan del océano, causando la muerte de millones de crías cada año y que el exceso de luz también puede alterar los hábitos y ciclos reproductivos de los murciélagos.¿ Qué hemos perdido como sociedad al dejar de ver las estrellas?

Esto me explicó Mario Armando Higuera, director del Observatorio Astronómico Nacional de la Universidad Nacional.

Speaker 3

Observar el firmamento siempre ha sido uno de los objetivos de la raza humana desde los tiempos más pretéritos.¿ Por qué esta fascinación?

Básicamente porque no poder alcanzar, digamos, con un experimento o con algún instrumento, las estrellas generaba la inquietud de qué son esos objetos puestos sobre la esfera celeste.

Pero al observar que tenían movimientos que se podían observar a lo largo de los días, meses o años, o siglos, causaba la sensación o la inquietud en los seres humanos de por qué estos fenómenos se suceden y cuáles son las leyes que los rigen.

De ahí sale esa necesidad de observar permanentemente el cielo.

Ahora, en estas sociedades modernas donde ya hay muchos intereses asociados a la vida en sociedad, a las actividades de trabajo, a las actividades de pronto también de entretenimiento, la capacidad de observar el cielo ha disminuido fuertemente y solo se centra en grupos de jóvenes o niños que siguen teniendo ese interés o la observación del cielo, o de pronto en personas mayores.

Es un proceso en el cual la sociedad debe volverse a reencontrar en la observación del firmamento, porque en las estrellas, en entender la física del cosmos, pues también entendemos nuestra naturaleza y la sociedad como tal.

Speaker 2

Hay una idea muy sencilla que casi siempre olvidamos o quedamos por sentada.

La supervivencia humana depende completamente de los ecosistemas de la Tierra.

El planeta no es solo un hermoso telón de fondo, es nuestro sistema de soporte vital.

Este sistema nos da una enorme variedad de bienes y servicios esenciales para nuestro bienestar, nuestra salud y para existir.

A todo esto se le llama servicios ecosistémicos.

y son los beneficios que obtenemos de la naturaleza.

Hay cuatro categorías principales de estos servicios.

Primero están los servicios de provisión, que son los productos que obtenemos como la comida, el agua dulce, la madera, la fibra, el combustible y muchos otros.

Luego están los servicios de regulación, que son procesos silenciosos que mantienen el mundo en equilibrio, como la regulación del clima, el control de inundaciones, la purificación del agua y la regulación de enfermedades.

En tercer lugar, están los servicios de apoyo, que son la base de todo lo demás, como la formación del suelo y el ciclo de nutrientes.

Y por último, los servicios culturales, que incluyen beneficios no materiales, como los valores espirituales, la recreación y la inspiración.

Ahí se incluye la posibilidad de ver las estrellas.

El bienestar de la humanidad, la seguridad personal, la salud, la capacidad de tener una vida digna, dependen de todos estos hilos que teje la biodiversidad en el planeta Tierra.

Pero aquí está el giro alarmante de la historia.

Todo lo que necesitamos para vivirlo tiene la naturaleza, es decir, dependemos de ella y, sin embargo, esos recursos se pueden acabar.

Esto se traduce en una crisis de vida, por llamarlo de alguna manera.

Esto porque la variedad de vida en la Tierra, la biodiversidad, está disminuyendo.

Los humanos hemos alterado estos ecosistemas de forma más rápida y extensa en los últimos 50 años que en cualquier otro periodo de la historia registrada.

Según la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio, una publicación coordinada por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la magnitud de esta crisis es inmensa.

Por ejemplo, aproximadamente una cuarta parte, el 24%, de la superficie terrestre de la Tierra ha sido transformada en sistemas cultivados.

En los últimos años, perdimos y degradamos cerca del 20% de los arrecifes de coral a nivel mundial y se perdió aproximadamente el 35% de la superficie de manglares en los países con datos suficientes.

La consecuencia más grave es la pérdida de diversidad de vida.

Las especies se están extinguiendo entre 100 y 1.000 veces más rápido de lo que ocurría de forma natural.

Estamos rompiendo el sistema más rápidamente de lo que pueda repararse.

Las principales fuerzas que causan esta degradación, todas ellas impulsadas por la humanidad, son la pérdida de hábitat, el cambio climático y el calentamiento global, la introducción de especies invasoras y la contaminación y sobreexplotación de recursos.

Las actividades humanas están causando que la mayoría de los ecosistemas estén en peligro o empeorando.

Y aunque quizás las consecuencias no son muy notorias para muchas personas en el día a día, están ahí, presentes, cada día.

Pero para que la idea sea más aterrizada, busqué al exministro de Medio Ambiente, Carlos Correa, y le pedí que me contara.¿ Cómo podemos ver reflejado en nuestro día a día la pérdida de la biodiversidad de los ecosistemas?

Speaker 4

A veces creemos que la pérdida de la biodiversidad es algo lejano y que ocurre en los bosques, en el mar, pero la verdad es que la vivimos todos los días.

La sentimos cuando el clima se vuelve más severo, más extremo, cuando escasea el agua, cuando los alimentos son más costosos.

o cuando desaparecen especies que antes eran parte de nuestro entorno.

Y lo hemos vivido, el huracán Iota, la sequía, los incendios forestales.

Cada árbol talado, cada manglar destruido, cada río contaminado tiene un reflejo en nuestra vida diaria.

Así que cuidar la biodiversidad es cuidar de nuestra salud, de nuestra economía y, por supuesto, del futuro.

de nuestros hijos, de nuestras familias.

Es entender que sin naturaleza no hay bienestar y que protegerla empieza con cada decisión que tomamos nosotros mismos cada día.

Speaker 2

Quizás el ejemplo más sencillo y reciente de cómo nos afecta la pérdida de servicios ecosistémicos está en el año 2020, la pandemia del COVID-19.

Piense en cualquier enfermedad infecciosa nueva que haya aparecido en los últimos años.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, aproximadamente el 60% de todas las enfermedades emergentes provienen de la vida silvestre, es decir, son lo que se conocen como enfermedades zoonóticas, es decir, enfermedades e infecciones que se transmiten naturalmente entre personas y animales.

Y aquí viene otro dato aterrador.

La alteración de los hábitats causada por la actividad humana como la deforestación y la conversión de paisajes es responsable de casi la mitad de las enfermedades de este tipo más recientes.

Es decir, cuando destruimos las casas de los animales y los ecosistemas, estamos abriendo la puerta a nuevas enfermedades.

Tomemos como ejemplo un caso conocido, el de los murciélagos.

Estos animales son portadores naturales de muchos virus, incluido el SARS-CoV-2, el virus que causó el COVID-19.¿ Qué pasa cuando talamos bosques o convertimos paisajes en campos de cultivos?

Esto destruye el hogar de esos murciélagos.

Esta intrusión humana, este daño del ecosistema, los obliga a moverse a nuevos lugares y a su vez esto aumenta la posibilidad de que los humanos entremos en contacto con un murciélago infectado.

La explotación de la vida silvestre y la pérdida de ecosistemas incrementan el riesgo de que el virus salte, por decirlo de alguna forma, a los humanos, lo que se conoce como spillover.

Este patrón se repite.

Cuando se talan zonas de bosques, se crean bordes de hábitat ideales para un mosquito específico, el Anopheles darlingii.

que es el principal transmisor de la malaria en Latinoamérica.

Al crear este hábitat perfecto cerca de donde vivimos, aumentamos la exposición humana a la enfermedad.

La urbanización casi siempre implica deforestación de grandes áreas verdes, Cuando se destruyen estos ecosistemas, el mosquito Aedes aegypti, que transmite el zika, el dengue y las feces amarillas, se adapta y se reproduce bien dentro de nuestros asentamientos humanos.

La destrucción de la naturaleza no es un problema lejano.

Es un factor enorme que impulsa la transmisión de enfermedades a nivel mundial.

Y no sé si ustedes han escuchado ya una frase que se volvió de cajón.

Antes todo esto era monte.

La cuestión es que esa frase, que se volvió casi un meme, es real.

El mundo es cada vez más urbano.

De acuerdo con un documento sobre perspectivas de población mundial hecho por el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas, La urbanización global ya es mayoritaria.

Más de la mitad de la población mundial vive en áreas urbanas y esta proporción sigue creciendo.

Según las estimaciones oficiales de Naciones Unidas, alrededor del 56% de la población vivía en zonas urbanas en 2020 y se proyecta que la proporción llegará a cerca del 68% para 2050.

Un estudio publicado en la revista de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos plantea que la expansión urbana global es probable que sea mucho mayor de lo que muchos modelos de población urbana por sí solos estiman, precisamente porque la mancha urbana crece no solo por más población, sino por expansión horizontal, bajando densidades y por ocupación de nuevas áreas que hasta entonces estaban relativamente vírgenes o con poca urbanización.

Esto lleva a otra conclusión más preocupante.

Esta expansión podría tener impactos directos considerables en biodiversidad y afectar regiones de alto valor ecológico que hasta ahora tenían escasa urbanización, lo que implica la pérdida de hábitat.

Con el crecimiento acelerado de la urbanización del mundo y la pérdida de ecosistemas y biodiversidad,¿ podemos esperar nuevas pandemias y enfermedades zoonóticas en el futuro?

Esto me contó Jaime Pumarejo, exdirector de Bread Cities.

Speaker 5

Varias cosas han causado las pandemias durante los últimos siglos, pero los expertos han advertido que la sobrepoblación humana va a causar estragos durante las próximas décadas y que tenemos que prepararnos.

La sobrepoblación no solo causa la degradación del ecosistema y la necesidad de adaptar la flora y la fauna a ese ecosistema degradado, sino que también causa unas altas emisiones de CO2 y por ende el calentamiento global.

Y el calentamiento global hace que los veranos sean más intensos y duren más en sitios donde hay estaciones y que en sitios donde normalmente el clima es templado, esas temperaturas se alcen y lleguen entonces flora y fauna de climas tropicales a sitios donde nunca habían llegado.

Eso hace que los ecosistemas deban adaptarse, que los microorganismos, los vectores y los animales traigan consigo cosas buenas y también muchas cosas malas.

como las enfermedades a las cuales no están acostumbradas las plantas, los árboles y los animales, también los humanos que viven en esos espacios.

Eso quiere decir que esas nuevas interacciones van a causar enfermedades que hoy no se conocen o mutaciones de enfermedades que ya se conocen y para las cuales no estamos preparados porque, digamos, esos seres vivientes no han generado ni las barreras ni las protecciones, obviamente los anticuerpos para destruirlos.

Defenderse.

Esa es la nueva amenaza a la cual nos enfrentamos por culpa del calentamiento global que causan la mayoría de los países industrializados y de la cual Colombia es una víctima, pero no un causante.

Speaker 2

Quizás el servicio ecosistémico que más valoramos y el más visible es la alimentación.

Y es precisamente la seguridad alimentaria un factor que paradójicamente se ve amenazado por la acción del hombre y al mismo tiempo es una amenaza para los ecosistemas.

El punto parece un círculo vicioso, pero permítame explicarme.

De acuerdo con William Sutton, director global de agricultura climáticamente inteligente del Banco Mundial, la inseguridad alimentaria mundial ha aumentado debido en gran parte a los fenómenos climáticos.

Además, el calentamiento global cambia el clima, causando más calor extremo, lluvias fuertes y sequías.

En 2021, esto hizo que los alimentos se volvieran más caros y por eso 30 millones de personas más en países pobres no tuvieron suficiente comida.

Según el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, en las zonas más cálidas del planeta, como África, Asia del Sur y partes de América Latina, los rendimientos de cultivos como maíz y trigo han sido ya afectados negativamente por los cambios observados en el clima, como temperaturas más altas, precipitaciones cambiantes.

El Programa Mundial de Alimentos de la ONU, en su informe más reciente, que data de enero de este año, en América Latina y el Caribe la mayoría enfrenta problemas climáticos graves, 20 países, 74% en total.

sufren estos eventos con frecuencia.

Además, 14 países, 52% del total, son especialmente vulnerables, lo que significa que estos fenómenos climáticos tienen más probabilidades de causar hambre y desnutrición en su población y entre 2019 y 2023 el hambre aumentó en un 1,5% en los países afectados por cambios climáticos extremos.

Y como si todo esto no fuera suficientemente preocupante, el cambio climático no solo reduce la cantidad de comida disponible, sino su calidad.

Los científicos del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático encontraron que el aumento del dióxido de carbono en el aire hace que los cultivos como el trigo o el arroz tengan menos proteínas, hierro y zinc, nutrientes claves para la salud.

Y la otra parte de la paradoja es que precisamente la cadena alimentaria mundial, cultivar, transportar, procesar y desechar alimentos, es la responsable de más o menos un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero, es decir, los gases que calientan el planeta.

Según la investigación hecha por la ONU, las emisiones de gases de efecto invernadero del sistema alimentario tienen dos orígenes principales.

Una cuarta parte se produce cuando se transforman bosques y ecosistemas naturales en tierras para cultivar.

Las otras tres cuartas partes se generan en las propias granjas, cultivos y en todas las actividades relacionadas con la producción de alimentos, como la fabricación de insumos, el transporte, el procesamiento y el manejo de desechos.

En Colombia la situación no es muy diferente.

La frontera agrícola, es decir, la extensión de suelo rural donde se permiten y promueven actividades agrícolas, pecuarias, forestales y acuícolas, ha crecido en los últimos años.

En 2018 se definió que la frontera agrícola del país abarcaba aproximadamente 40 millones de hectáreas, lo que equivalía a alrededor del 35% del territorio nacional.

En 2024, la Unidad de Planificación Rural Agropecuaria informó que la frontera agrícola actualizada era de casi 43 millones de hectáreas.

Esto se ha visto especialmente en regiones del país como la Orinoquia.

Esta región, que incluye departamentos como Arauca, Casanare, Bichada y parte de Guaviare, ocupa casi una tercera parte del territorio colombiano, el 31%.

Alberga el 29% del total de especies observadas y concentra el 26% de la disponibilidad hídrica.

La Orinoquía ocupa el tercer lugar entre las cuencas internacionales más grandes de Sudamérica, solo superada por el Amazonas y la Plata.

pues este importante territorio lleno de ecosistemas vitales está en riesgo.

La última edición del reporte VIO, una publicación anual del Instituto Humboldt y el Ministerio de Ambiente, se enfoca en esta región y muestra que la huella humana en la adenoquía creció un 35% en los últimos 40 años.

El documento también apunta a que sin medidas de conservación, planificación territorial y gestión ambiental adecuadas, este crecimiento podría llegar al 41% en la próxima década.

La expansión agroindustrial es uno de los principales factores de transformación en este territorio.

El reporte también muestra que las tierras dedicadas a la agricultura pasaron de 1.000 a 8.000 kilómetros cuadrados solamente en las últimas dos décadas.

Esta tendencia, impulsada por cultivos de arroz, ganadería extensiva y nuevas carreteras, podría duplicar la cantidad de agua necesaria para estas actividades en los próximos años.

Busqué a Germán Andrade, investigador senior del Instituto Humboldt, para que me contara qué alternativas existen para lograr una agricultura más sostenible y menos dependiente de la expansión territorial.

Speaker 6

Es histórico que la agricultura y la actividad humana se ha expandido sobre el territorio, sobre los ecosistemas, y en ese sentido existen varias formas de verlo.

La huella humana espacial, digamos, ha venido aumentando, es decir, ese déficit de atributos ambientales que hay en el territorio han ido aumentando en la medida que la frontera agrícola se ha venido expandiendo.

Sin embargo, yo creo que estamos en un momento en que tenemos que cambiar un poco de contexto.

La frontera agrícola como un espacio para seguir expandiendo la misma agricultura debe suspenderse y entender la frontera como una frontera de sostenibilidad.

Es decir, que está hacia adentro, hacia las áreas ya incorporadas a la agricultura.

Esa frontera de sostenibilidad es lo que debemos lograr.

través de dos fases.

Uno, la planificación ecológica y social del territorio.

O sea, no cualquier actividad no vale en cualquier sitio.

Hay que mirar el sistema ecológico y el sistema social.

Y segundo, las prácticas.

Tenemos que cambiar las prácticas de la agricultura para hacerlas más sostenibles en el territorio.

En ese sentido, la biodiversidad es un factor claro, porque la biodiversidad se ha tendido a ver como una barrera, como los sitios donde no se puede expandir la agricultura.

Yo creo que tenemos que empezar a mirar la sostenibilidad como ese factor de soporte de la actividad económica a través de buena planificación del territorio y a vez de mejores prácticas.

Estamos en un momento en que deberíamos suspender ese concepto de frontera agrícola simplemente como área de expansión y empezar a hablar de una frontera forestal, de una frontera ecológica hacia adentro y donde la actividad humana debe basarse en la naturaleza.

Speaker 2

Cada vez somos un mundo más urbano y esto ha hecho que perdamos contacto con la naturaleza.

Acceder a una quebrada limpia, a aire puro, bosques, etc., es cada vez más un lujo.

Un estudio de Miles Richardson, profesor de conexión con la naturaleza en la Universidad de Derby, en Inglaterra, identificó con precisión la pérdida de la naturaleza en la vida de las personas durante 220 años, basándose en datos sobre la urbanización, la pérdida de vida silvestre en los vecindarios y, fundamentalmente, los padres que ya no transmiten el compromiso con la naturaleza a sus hijos.

El estudio concluye que la conexión humana con la naturaleza ha disminuido aproximadamente en un 61,5% desde 1800 hasta 2020, principalmente por la urbanización, que pasó del 7,3% en 1810 al 82,7% en 2020.

Además, la transmisión intergeneracional ha sido uno de los grandes motivos para que esto pase.

Los padres con menor conexión con la naturaleza tienen hijos también menos conectados, lo que genera un ciclo de desconexión.

Aunque el modelo usó datos históricos de urbanización de Estados Unidos, los autores del estudio señalan que la disminución de la conexión con la naturaleza es un fenómeno global.

Como dato menos relevante, pero bastante elocuente, la investigación también identificó la desaparición de palabras naturales de los libros entre 1800 y 2020, que alcanzó un máximo de disminución del 60,6% en 1990.

Esta desconexión, por supuesto, no vino sola.

Desde hace pocos años, al diccionario de trastornos mentales se agregó un nuevo término, la solastalgia, un sentimiento de angustia o de ansiedad que se da por cambios en el medio ambiente o en el ecosistema, como el calentamiento global o la contaminación del aire.

En 2022, la Organización Mundial para la Salud publicó un estudio sobre el cambio climático y la salud mental que mostró cómo los cambios ambientales causados por el ser humano están afectando cada vez más la salud mental y el bienestar de las personas, tanto de forma directa como indirecta.

Mientras que por otra parte, pasar tiempo al aire libre en la naturaleza se asocia con mejoras cognitivas, mejor estado de ánimo, mayor salud mental y bienestar emocional.

Un estudio publicado por la Asociación Americana de Psicología encontró algo que debería ser una obviedad.

Tanto los espacios verdes, árboles, parques, como los espacios azules, agua, ríos, lagos, costa, aportan beneficios a la salud mental.

La investigación analizó a más de 900.000 niños nacidos entre 1985 y 2003 y encontró que aquellos que crecieron en vecindarios con más espacios verdes tenían un riesgo menor de desarrollar trastornos psiquiátricos que los que crecieron en zonas con menos naturaleza.

Es tan importante el acceso a la naturaleza y a sus recursos que incluso en 2022 la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró que todas las personas del mundo tienen derecho a un medio ambiente saludable.¿ Por qué los seres humanos necesitamos estar en contacto con la naturaleza?

Le trasladé la inquietud a la doctora en Ciencias y Biología, Loreta Rosselli, y esto me dijo.

Speaker 7

La especie humana es una especie muy reciente, solo tiene unos pocos cientos de miles de años y eso en tiempos evolutivos es muy joven.

Digamos que nosotros, por decirlo de alguna manera, somos como unos micos recién bajados del árbol.

Y la civilización como tal es una cosa todavía mucho más reciente.

Es decir, todas nuestras adaptaciones, nuestro cuerpo, nuestros sentimientos están totalmente adaptados a la naturaleza.

Entonces, digamos que eso hace que no sea sorprendente que los humanos tengamos beneficios de estar en la naturaleza que, digamos, se ha puesto de moda como hacer estudios al respecto.

Y hoy en día hay una cantidad de literatura que soporta el bienestar que trae.

Hay cantidad de beneficios fisiológicos, de reducción de hormonas del estrés, de mejora de salud mental, por el hecho de estar en contacto con la naturaleza.

De hecho, hasta el biólogo E.O.

Wilson le puso un nombre.

Eso lo llamó biofilia y es esa idea de que los humanos tenemos una conexión innata con la naturaleza, que nos sentimos mejores físicamente.

cuando estamos rodeados de plantas, de animales y tal vez algunas de las manifestaciones de que eso es así es como ese sentimiento de calma cuando uno está caminando en un bosque o porque tenemos plantas en la casa y eso nos gusta, porque los edificios buscan tener luz natural y a tener vista como a la vegetación, al bosque.

Todas esas cosas son perfectamente innatas y entendibles dado que nosotros somos bichos que evolucionamos con la naturaleza.

Speaker 2

Vivimos en un planeta que es cada vez más urbano, más ruidoso y más luminoso, pero también es cada vez más distante de la naturaleza.

Perdimos el hábito de alzar la mirada y ver el cielo, de oír el río y de reconocer cómo funciona el suelo que los alimenta.

Esta desconexión con la tierra no es sólo ambiental, es también emocional y cultural.

recuperar la conexión con la naturaleza no es ya un anhelo hippie, es una necesidad urgente para la salud y la supervivencia.

Soy Roberto Pombo y este fue el capítulo 164 de Mis Preguntas.

Nos vemos en el próximo capítulo.

A partir de este momento, este capítulo de Mis Preguntas queda disponible en todas las plataformas de podcast.

Este episodio fue posible gracias a CAFAM, aliado estratégico en el crecimiento de más de 40.000 empresas en Colombia.

Dirección, Roberto Pombo.

Asesor editorial, Daniel Sanpero Espina.

Producción, Juan Abel Gutiérrez y Johnny Rodríguez.

Guiones, Juan Abel Gutiérrez y Johnny Rodríguez.

Postproducción de audio, Iván Ayala.

Never lose your place, on any device

Create a free account to sync, back up, and get personal recommendations.