La Tremenda Corte.

La Tremenda Corte.

Audiencia pública.

El tremendo juez de La Tremenda Corte va a resolver

un tremendo caso.

Buenas noches,

secretario.

Buenas noches, señor juez.¿ Cómo se siente usted hoy?

Regular.

Hoy amanecí con un dolorcito aquí en el costado derecho.

Ese dolorcito es como a la altura de la tercera costilla?

Sí, señor.¿ Según se va para el vaso, a mano derecha?

Sí, señor.¿ Le duele más cuando toma café con leche?

Sí.¿ Y se le alivia rascándose la espalda con un cepillo?

Exactamente.¿ Qué cosa es?

Yo qué sé.

Mi vida he tenido yo un dolor tan raro.

Póngase diez pesos de multa por relajear a su jefe.

Pero, señor juez, sea justo.¿ Cómo voy a saber yo qué cosa es ese dolor si yo no soy médico?

Y entonces para qué pregunta usted tanto?

Para que usted vea que yo me intereso por su salud.

Pues deje mi salud tranquila y a ver qué tenemos hoy.

Un hurto.¿ Dónde se cometió ese hurto?

En una bodega.

Pues llámelo complicado en ese bodeguicidio.

Enseguida

señor juez.¡ Luz María Nananina!

¡Aquí, como acá lo hacía!¡ Rudecindo Caldeiro y Escoviña!

¡Gente!¡ José Candelario Tres Patines!¡ A la reja!

Bueno, bueno, Tres Patines.

Seguro que el acusado es usted, ¿verdad?

Desde luego.

Digo, ah,

no, espérate, a ver,¿ qué tú preguntaste?

Que si el acusado es usted.¿ Quién te lo dijo eso?

Nadie.

Lo adiviné yo solito porque soy muy inteligente.

Pues para que tú veas, ya tú sabes

que tú metiste la pata ahí, ¿no

Por qué metí la pata?¿ Porque usted no es el acusado?

No, porque tú no eres inteligente, chico.¿

Cómo que yo no soy inteligente?

No,

chico, si tú fueras inteligente, te habrías dado cuenta.

Hubieras.

Ah

sí, te hubieras dado cuenta.

Ah

no, uh.

¿Cómo?

¡Uh!

No, no, no, no me meta miedo que luego sueño con fantasma y eso

No le estoy metiendo miedo.

Sí, me está metiendo No sé.¿ Qué estás

haciendo como buey viejo ahí, chico?

No qué buey viejo de qué, señor?

Le estoy explicando que se dice hubiera.

Ah, bueno, pues si tú

fueras inteligente, te hubieras dado cuenta de que aunque rulecindo me acuse, yo no soy el acusado.

Y qué es usted entonces

El calumniado.

La vírtima inocente de una calurnia inicua.

¡Eh!¿ Dónde aprendió usted a decir eso?

En una novela muy bonita que estoy leyendo ahí.¿

Y cómo se llama?

Los amores de un marqués o la costilla de res, desde luego.

¡Ja, ja, ja!

Debe ser una novela

de yuca.

Oiga,¿ quién se la prestó?

Nadie, la compré yo mismo, chica

Ah,¿ pero es suya?

Sí, claro que es mía, chica.

Entonces me equivoqué porque no es de yuca.

Ah, ¿no?

No, señor, es de ñame.

Por una curiosidad,¿ eso de Ñame va por mí?

Sí, señor, va por usted.¿ Y la señora del Ñame sabe usted cómo se llama?

No, señor, no lo sé ni me interesa.

Pues

apriéndalo.

Préndalo.

Por qué, chico?¿ Qué he hecho yo para que me prendan

a mí?

No, Ray, vamos a no discutir eso.

Hombre

viejo.

Entonces la acusación que le hacen hoy es una calumnia, ¿verdad?

Hombre, por Dios, pero tú no ves la inocencia retratada en mi rostro

A ver, mire para acá.

No, a usted

no se vale.

Cómo que no se vale?

No me iría a ver.

No

la veo.¿ No la ve?

¿No

No ve ni un retratico pequeño siquiera?¿ Como eso de la cartera de artilar?

No, señor, ni eso siquiera.

Entonces tú tienes que cambiarte los pejuelos a eso?

Yo no tengo que cambiarme nada.

A ver, Rudecindo,¿ de qué acusa usted a Tres Patines?

Ya acabaron de comer jaiba, caballero.

Un peso de multa por las jaibas esas?

Que

Dios

te lo pague.¿ Qué cosa?¿ Me lo agradece usted?

Qué voy a agradecerte, hombre?

Digo que Dios te lo pague porque yo no te lo pienso pagar de ninguna manera.

Pues lo cumplirá usted en el príncipe.

Y lo cumplo, chico.¿ Qué tanta historia?

Pero eso sí, primero hazme justicia.

No puedo hacerle justicia si usted no me dice primero qué fue lo que le hizo Tres Patines.¿ Me lo va a decir sí o

no?

No se lo diga, Rubensito, para que tú veas, oye, que ni eres guapo y para que tú le demuestres que tú eres un hombre, chico

Cómo no se lo voy a decir, hombre?

Yo lo creo que se lo digo, señor

Bueno

pues si usted lo cree, hable entonces.¿ Qué fue lo que pasó?

Pues nada, doctor, que yo me cansé de probar fortuna

en otras actividades de la vida.¿ Qué le pasó?

¿Qué?

Señor Llobisno, ¿no?

No, doctor

para darle mayor fuerza

a la palabra.

Ah, ah.

Pero en vista de que ninguno me iba bien, pues volví para el giro de comestibles y abrí una bodega.

Otra vez?

Sí, chico

sí, abrí la

bodega.

¿Ah, sí?

Sí,

porque eso

de los vivos...

Oiga,

un

momento

usted está al tanto de todo lo de Rudecindo?

Tengo que

estar al tanto,

chico,

tengo que estar

al tanto, porque

ahí tengo que sacar el tanto yo, chico

Sí, sí.

Pues, óyeme, eso de los vivos al menudeo es una cosa que Rudecindo la lleva en la sangre de la masa, ¿no?

No, en la masa de la sangre.

Es lo mismo, pero al revés, ¿no?

Pues hay que decirlo al derecho.

¿Sí?

Sí, señor.

Y siga, Arru, diciendo,¿ qué

pasó en esa bodega?

Pues que tres patines me robó la caja contadora con todo el dinero que tenía adentro.

Bueno,¿ y

cómo se las arregló para hacerlo?

Porque supongo que usted no habrá sido tan idiota que lo colocara otra vez de dependiente, ¿verdad?

Bendito Dios, pero todavía me va usted a llamar idiota después que usted mismo fue quien me pidió que lo colocara.

¿Yo?

Claro que sí, hombre, usted.¿ Usted no le dio a Tres Patines una carta de recomendación para mí?¿ Cómo estaba escrita esa carta?¿ A menos?

No, es maquinita.¿ Qué firma tenía?

La suya.¿ La mía?

Sí, una cruz.¿ Cómo una cruz?

Sí, Tres Patines me dijo que usted firmaba con una cruz porque no sabía escribir.

Usted le dijo eso a Rudecindo Tres Patines?

No, chico.

Lo que yo le dije a Rudecindo fue que la...

El caso fue...¿ Tú sabes que Rudecindo abrió la bodega otra

vez?

Ya lo sé que abrió una bodega.

Pero no sabes por qué la pudo abrir.

Porque estaba cerracho.

Entonces yo hice así y me puse a calentar el café en el fogón del escaparate.

De qué escaparate?

De

la cocinita de Los Brillantes.

Sí.

¿Eh

Sí.

Entonces,¿ a ti te interesa lo que yo estoy diciendo?

A mí no me interesa.

Bueno,

entonces,¿ por qué no cambiamos de conversación?

Tres Patines,¿ quién escribió esa carta?

Tú no fuiste.

Yo, no

señor, yo no fui.

Eso te estoy diciendo, chico, que tú no fuiste.¿ Y quién fue entonces?

No sé, entonces, debe haber sido mamita.

Porque ella me llamó y me dijo así, hijo, llévale a Rulecín.¿ Hijo le dijo?

Sí.

Ya no le dice niño.

Sí, me lo

dice, venga al rato, niño.

Ah.

Niño.

Niño.

Sí, llévale arruleciendo esta carta del señor juez y ya tú verás cómo él te colocó.

Bueno.

Y usted no sabía que esa carta era falsa?

No, chico, yo creí que esa carta era

tuya, de verdad, chico.¿ Usted la vio firmada con una cruz?

Eso sí.¿ Y a pesar de eso creyó que era mía?

Sí, porque mamita cuando firma ella no pone una cruz.

Ah, no.

Ella pone dos, una por el nombre y otra por el apedillo, chico.

Secretario, ábrame una causa contra la mamita de Tres Patines por falsificación de firma En documento judicial.

Siga usted, Rudecindo.

Usted colocó otra vez a Tres Patines,¿ no es eso?

Sí

doctor.

Y si no hubiera sido porque estaba recomendado por usted, lo hubiera votado los tres días.

Porque su comportamiento como dipendiente deja bastante que desear,

la verdad.

Vamos hombre, qué cosa

Qué le pasa?

Se me pegó, se me pegó.

Yo no me porto bien, Rudecindo.¿ Qué se va

usted a portar, hombre?

El día que lo coloqué no me dio usted palabra de llegar todos los días a las siete en punto.

Sí.

Y entonces por qué llega todos los días a las nueve y media?

Hombre, porque salgo de casa a las nueve y cuarto, chico.¿ Y por qué no sale usted más temprano?

Porque más temprano estoy durmiendo.

Yo no sé salir de casa dormido y además me puede enrollar una guagua dormido por ahí, chico

Bueno, pero entonces faltó usted a la palabra que le dio a él compadre.¿ Cómo dice?

Claro.

Dice que faltó usted a la palabra que le dio

a Rudecindo.¿ Usted no le dio la palabra a Rudecindo de llegar todos los días a

las siete?

Sí, pero eso no es faltar a mi palabra.

Eso es faltar a la de Rudecindo.

Cómo a

la de Rudecindo

Claro,

yo no le di esa palabra a él.

Ah, entonces esa palabra ya no era mía, sino de Rudecindo.

Porque yo se la di a él para que se quedara con ella, chico.

Bendito sea Dios.

Pero es que aparte de eso...

Yo no le dije que tenía usted que barrer la bodega todos los días.

Sí.¿ Y por qué

no la barrió usted hoy?

Hombre, porque no tuve tiempo, chico.¿ Y a él?

A él tampoco tuve tiempo, pues estuve muy atareado, chico.¿ Y ante

a él?

Ante a él no me irá a decir que no tuvo tiempo, porque se pasó usted el día entero sin hacer nada.

Bueno, pues por eso

mismo no barré, chico.¿ Por qué?

Porque me pasé el día sin hacer nada.

Si hubiera

barré

hubiera hecho algo, ¿verdad, chico?

Bueno,¿ y usted cree que esa es manera de cumplir con su obligación?

Pero si eso no tiene importancia, señora.

Por un día o dos que la bodega esté sin barrer, no va a pasar nada, chico.¿ Cómo un día o dos?

Hombre, si hace 15 días que no se barre.

Por eso digo un día o dos.¿ Un día o dos días?

No, un día o dos semanas.

Además, si ustedes van a ver, la bodega está perfectamente limpia.

Perfectamente bien limpia, ¿no?

Bueno, no, no, no.

Perfectamente bien sucia.

Ah.

Pero mañana precisamente, mira, pensaba yo hacerle una buena limpieza a la

bodega.¿ Con agua y

jabón?¿ Cómo con agua y jabón?

No,

con gallo prieto y rosita de maíz, centavo

americano

Yo iba a meterle un bacalao de guanacoa.

Cómo bacalao Babalao.

Babalao de eso, sí.

Tres Patines, lo que usted hacía en esa bodega, por lo

que puedo observar, Era matar el sueldo.

No, chico, el sueldo yo no lo mataba.

Ah, no.

No, señor, yo lo hería gravemente

nada más

Pero matarlo no lo mataba porque, hombre, yo soy incapaz de matar a una rata.

Qué me

cuesta

Usted no

es capaz de matar a una rata.¿ Qué va, chico?

Oye, hace unos días, precisamente, vi un ratoncito yo en la bodega.

Sí.

Escondido así, detrás

de...¿ De qué color era el ratón

Era un color gris.

Gris.

Sí La bodega no era blanco.

No, no, blanco no.

Es grisoso porque es pequeño, tú sabes.

Él va poniéndose más prietecito, ¿no?

Ajá.

Él brincó del entrepaño donde está la botella de la bebida.

Sí.

Sí, de la botella de la bebida.

De ahí brincó él.

Parece que se había dado su corte, tú sabes.

Ajá.

Y entonces se parqueó atrás de un saco de garbanzos.

Oye, ¿esto?

Sí.

Oye,

¿esto?

Oye, y me estaba mirando así.

Y yo, oye, tuve intenciones y no lo pude matar, chico, porque me dio muchas lástimas, chico.¿ Y qué hizo entonces?

Nada, chico, lo agarré con cuidado para no latimarlo, tú sabes.

Y le puse,¿ cómo se llama?, en el estante donde están los quesos.

Ahí lo coloqué.

En una bola de queso, le abrí un hueco a la bola de queso y lo coloqué.¿ Pero

qué dice usted, vergante, por Dios?¿ Cómo hizo usted eso, compadre?¿ Y qué iba

a hacer, chico, si no tenía valor para matarlo, chico?

Le

hubiera dado 40 kilos a un fotinguero para que lo llevara hasta Velascoín y lo soltara ahí.

No,

porque en Velascoín vive mamita, chico, y los ratones la asustan a ella, chico.

Bueno

pues que lo hubiera llevado usted al reparto Buenavista.

No, porque ahí vive mi novia y los ratones la asustan también, chico.

Pues lo hubiera usted mandado para el extranjero, compadre.

Tú puedes creer que lo pensé, pero no pude ser, chico.

Al extranjero no podía ir ese ratón, chico.¿ Por qué?

Porque yo lo registré en los bolsillos de ratón y no tenía pasaporte.

Hágame justicia, doctor.

Mire que tres patines me va a llevar a la ruina

Le haré justicia, Rudecindo.

Pero acábeme de decir cómo le robó el dinero de la caja.

Usted lo vio.

No, porque yo había ido a casa a bañarme, usted me entiende.

Y él aprovechó mi ausencia, pero lo vio Nananina que estaba allí.

Ah, usted estaba allí, Nananina.

Sí, señor, porque el robo fue ayer.

Y ayer, precisamente, me coloqué yo también en la bodega de Rudecindo.

Para despachar?

No, no, para llevarle los libros y las cuentas.

Porque yo no sé si usted sabrá que yo soy contadora pública.

Contadora

cuándo?

Contadora pública.

Y eso qué cosa es?

Cómo qué?¿ Un contador público viene a ser así como un tenedor de libro?

Tenedor de qué?¡ De libro!¿ Usted no sabe lo que es un tenedor de libro?

No, señora.

Yo nunca he visto a nadie comiendo libro con un tenedor.

Es la primera vez.

Ni los

chivos

que comen papel

Usted lo quiere más bruto, señor juez?

No haga caso y continúe.

Quedamos en que usted es contadora pública,¿ no es eso?

Sí, señor.

Y yo estaba en una mesa que hay en la trastienda, sumando los libros de la bodega, cuando yo vi que Tres Patines agarraba la caja y se la daba a su mamita, que había llegado hace un momento.

Y usted no pudo impedirlo.

Qué va?

Porque la mamita de Tres Patines, en cuanto cogió la caja, salió como un tiro.

Lo que yo hice fue decírselo todo a Rudecindo cuando él volvió.

Ah, bueno.

Entonces fue ayer mismo cuando Nananín empezó a trabajar en su bodega,¿ no es eso, Rudecindo?

Sí, señor.

Yo la coloqué a prueba,¿ sabe usted?

Si daba resultados, me llevaba bien, pues las cuentas y demás, los numeritos, pues las dejaba.

Y si no, las botaba y asunto concluido.

Ah, vamos, las tenía usted a prueba.

Sí, señor.

Por cierto, que tres patines me llamó por teléfono a mi casa para decirme que nananina no servía.

Yo, no, no, no, no, Rolesindo, no, no.

Tú fuiste el que me dijiste a mí por teléfono que no querías la caja.

¡Dios!

Cómo le iba a decir yo eso, compadre

si la caja tenía como 300 pesos dentro?

Ah, yo no sé, pero tú me lo dijiste a mí

eso.

No mienta, Tres Patines.

Pero

si no miento.

Lo que pasó,

señor juez,

fue que rulecindo se fue para su casa a bañarse.

Dice él.

Sí

Dice él, porque él siempre se baña en la bodega.

Sí.

Entonces yo seguí despachando y en eso, al ir a guardar un níquel que me acuerdo que tenía retratado un gúfalo americano.

Sí.

Oye, es la caja.¿ Tú puedes creer que lo voy a decir al policía?

El dedo, ¡pam!, se trabó.¿ Cómo que se trabó?

Sí, yo apretaba la tecla y no salían los números.

Tú sabes que tiene que salir por la parte de arriba los números.

No marcaba, entonces.

No marcaba, chico.

Porque yo acabo de decir, no sale.

Nada más que le meto una tecla esa que dice cambio,¿ tú sabes?

Sí.

Cambio y cambio.

Y cambio de la caja para el bolsillo y cambio.

Oye, pero no, es trabajo, chico.

Entonces yo cumpliendo con mi deber...

Porque era mi deber.

Sí.

Llamé por teléfono a Rulecindo, a su casa.

Sí.

Y le dije, óigame, don Rulecindo.

Porque tú sabes que yo cuando hay guano por medio, siempre le digo don Rulecindo, tú sabes, con mucho respeto.¿ Tú te

das cuenta?

Sí, para mancar lo

mejor,

¿verdad?

Sí

claro.

No, chicos, no.

No, yo lo llamo así porque para eso es mi jefe, ¿no?

Ah, vamos, lo hace usted por eso.

Sí, no, no, por eso nada más, ¿eh?

Bueno, Ray,¿ y qué pasó?

Nada, que yo le dije, óigame, don Rulecindo.

La contadora está trabada.

Entonces él me preguntó,¿ qué le pasa?

Y yo le contesté, que no le salen los números.

Entonces él me dijo, pues si no le salen los números, bótela porque esa contadora no sirve.

Ay, bendito Dios, pero

usted me

estaba hablando

a mí de la caja contadora.

Claro que sí,¿ de qué otra cosa iba a ser, chico?

De la contadora pública, compadre, de nananina.

Que yo lo

había colocado a prueba.

Hombre, por Dios, yo creí que usted me decía que Nananín estaba trabada y que no le salían los números.

No, no, no, Rudecindo, no.

Acuérdese que yo le aclaré también.

Seguro que usted no quiere esa contadora.¿ Se acuerda que se lo dije?

Y usted insistió, no, señor, bótela porque no sirve.

Sí, pero Rudecindo se refería a Nananín.

Bueno,

yo creí que se refería a la caja, chico.

Entonces yo llamé por teléfono a mamita y le dije, mima...

Venga

acá, venga

acá.

Usted siempre tiene el teléfono de su mamita en la mente, de memoria se lo sabe.

Sí

no, no es

Tiene el teléfono en su casa ustedes?

No, es de la carbonería de al lado.

Ah.

De la carbonería, pero el carbonero la llama enseguida.

Sí, bueno, y la llamó y¿ qué pasó?

Porque al

carbonero le conviene más que ella esté en la calle que no que esté allí.

Ajá Porque si ella está allí le está robando el carbón a cada cinco minutos.

Ah, sí, bueno,¿ y qué pasó?

Entonces yo le digo, mima, ven a llevarte la contadora que rulecindo no la quiere

Y su mamita fue.

Hombre...

Hombre, como un tiro, chico.

Como un tiro, a pesar de que había un ratón en la bodega.

Sí, pero

oye, para eso le puse yo el ratón adentro de un queso metido, ¿oíste?

Para que se entretuviera comiendo queso y no asustara a la vieja.

Escriba ahí, secretario.

Venga la sentencia.

Por lo que estoy observando, tiene usted una suerte loca, porque cuando se equivoca siempre sale usted ganando.

Pero hoy no le va a servir, pues por su equivocación va usted a tener que cumplir nueve meses de prisión.

Manolo Iglesias que les habla les dice¡ Muy buena suerte amigos!

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